martes, 10 de diciembre de 2013

En la lucha

Aquí estamos, dos años y cuatro meses después, en la lucha. La figura de papá noel, que cuelga fuera en la puerta, gira con el viento y la hace sonar como si una delicada dama la tocara con las uñas recien pintadas. Es agradable sentir que tocan a la puerta, que hay alguien afuera que quiere verte. En mi cel suenan canciones diversas, cosas que grabé con la guitarra esperando que mi hija quiera grabar el día que sea cantante profesional como ella dice, suenan también canciones que grabamos al principio del año, cuando decidió tomarse esto de ser cantante en serio, con solo doce añitos. A veces me siento mal de verla tan responsable...parecerá tonto, pero es verdad. La quiero mucho y estoy aprendiendo también a tratarla como ella a mí cada vez que pasamos de una edad a otra. A las 7:30 de la noche estaré conversando con las ratas del basurero del restaurante, chillan porque no soportan que uno las moleste en su recinto más de media hora. Esa parte del trabajo nocturno, la de botar basura en los contenedores durante la noche, me está enseñando a medir las proporciones de mi ego, a mirar todo de una forma más como si fuéramos aves que vuelan libres y expuestas a todo: el cielo azul y perfecto y las tormentas inadvertidas. El corazón abierto aprecia a ambos. Una tostada sobre el plato de mi mesa se enfria debajo del cuchillo con manteguilla apoyado de lado sobre el plato que la soporta mientras yo sigo escribiendo y empieza otra canción. Mi esposa me pregunta desde arriba si vamos a ir a comprar, le respondo que si porque le gustan las respuestas rápidas, aunque a mí me gusta hablar más, ya se habrán dado cuenta. Llaman a la puerta.

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