miércoles, 26 de septiembre de 2012

Postulación al premio Orgullo Peruano

Reciban un cordial saludo. Quiero compartir con ustedes mi postulación al premio Orgullo Peruano. De esta manera se está promocionando el libro Ahora Inmigrante La Llegada. Un cordial saludo amigos. Aquí les dejo el link.
http://www.orgulloperuano.pe/postulacion/eprex/eprex-candidato-detalle-2012.php?accion=buscar&idID=836&MODULO=17&in_id_pais=55&in_id_ciudad=782

lunes, 24 de septiembre de 2012

Voy a vivir a otro país ¿Qué me aconsejan?... Cuida tu salud primero

Recibirás muchos consejos de tus seres queridos respecto a cómo pueden ser tus vivencias al decidir radicar en otro país. Sin embargo no todos te van a servir o vas a poder aplicar. Por lo que tendrás que experimentar para sacar tus propias conclusiones. Es por eso que en este punto es mejor hablar de generalidades pues nadie podrá decirte lo que exactamente vivirás o como tienes que hacerlo.

Ahora bien, dicho esto, creo que sí existe un consejo importante que dar a toda persona que decide vivir fuera de su país. Y me refiero a la salud. Y no se trata de ir por ahí tomando Red Bull.

Lo más importante al llegar a un país distinto es estar saludable para poder enfrentar los retos adecuadamente. Existen muchos consejos relacionados con mantener una salud adecuada; pero como este es un blog personal hablaré, por mi experiencia, sobre aquello que considero indispensable.

Entonces vayamos al grano: Para mantener un cuerpo libre de enfermedades no hay nada más importante que mantener el Ph saludable de tu cuerpo. Recuerda que por tu condición de inmigrante nuevo lo más probable es que no tengas acceso médico al llegar. Por ello debes evitar enfermarte. Y para que así sea los niveles de acidez de tu cuerpo, que se miden por los números de ph en él, deben ser adecuados..

El Ph o Potencial de Hidrógeno es una medida de acidez y/o alcalinidad. Mientras más ácido esté tu cuerpo es peor, y mientras más alcalino esté, que es lo contrario a ácido, es mejor. Un cuerpo alcalino tiene sangre oxigenada que es vital para su buen funcionamiento.

El nivel de Ph corporal adecuado debe mantenerse óptimo entre 7.3 y 7.4

Antes de continuar recomiendo ver el siguiente video:

http://www.youtube.com/watch?v=LAfCoi0eNfY

¿Cómo puedes alcalinizar tu cuerpo?

Si viste el video verás que hay dos potentes alcalinos. Uno es el bicarbonato de sodio. Basta con agregar una cuchara sopera en un litro de agua y beberlo diariamente. Aquí un video:

http://www.youtube.com/watch?v=SeSa_LFonXQ
 

Y la segunda y probablemente mejor opción todavía por sus potentes cualidades de alcalinización y nutrición, como ya lo vimos en el primer video, es el agua de mar. Se debe tomar una medida de agua de mar mezclada con cinco medidas de agua normal o del fregadero, y si se desea agregar un chorrito de limón.
Más información que te sorprenderá en estos videos. El primero sobre René Quinton, el primero que experimentó con el agua de mar:


Por supuesto encontrarán más información que esta. Yo investigué mucho esto porque me sentí mal y encontré que la medicina es un excelente negocio que solo deseo alimentar cuando sea justo y necesario. Mientras tanto es mejor mantenerse sano.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Voy a viajar a Estados Unidos para vivir.. ¿Qué tengo que saber?

Antes de viajar a Estados Unidos para radicar es importante que la persona que ha decidido cambiar de país, ya sea que venga de latinoamérica o cualquier otra parte, identifique lo que tiene antes de viajar,  lo que quiere lograr una vez que llegue y lo que está dispuesto a hacer. Aunque pudieran parecer redundantes estos tres puntos, no lo son en absoluto si analizamos con cuidado cada uno de ellos, empecemos entonces a hacerlo:
 
Lo que tiene antes de viajar
 
Si usted ha decidido salir de su país definitivamente y probar suerte en los Estados Unidos, antes de pensar en cualquier cosa, como por ejemplo su situación migratoria, es recomendable considerar lo que tiene que llevar consigo. Eso significa tomar una decisión, también, de aquello que no se va a llevar. Para ello es importante estar preparado para desapegarse de la mayoría de sus cosas pues las tendrá que vender.
 
Por otro lado es importante también evaluar la magnitud de nuestros sentimientos, si usted, por ejemplo, es casada o casado y tiene un hijo, es probable que el hijo vaya con usted. Pero si estuvo pensando siempre en separarse no crea que venir a este país va a solucionar las cosas. Aunque pueda sonar crudo, o para algunos hasta gracioso, con el viaje hasta las mejores relaciones se ponen a prueba. Lo que no sucede con el amor que les tenemos a nuestros hijos. Si piensa que su relación tiene esperanzas, tiene que poner todo de su parte desde ahora para que las cosas mejoren.
 
Ahora, pasando al plano material, es bueno saber con cuánto dinero estamos viajando. Lo ideal sería que uno lleve, por lo menos, unos cinco mil dólares. Esto lo digo por experiencia propia. Ese dinero va a servir para comprar un auto de segunda mano en estado regular por cerca de tres mil dólares (a un precio menor hay que tener mucha suerte para que el auto no se malogre seguido). Y los otros dos mil se van a gastar en 3 meses en alimentación y el importe mensual que usted tendrá que darles a las personas que los reciban, pues muy difícilmente alguien le recibirá gratis aunque sea de su familia y esto es por los mismos gastos que puede ocasionar su estadía. De alguna forma en la mayoría de los casos usted deberá colaborar con dinero.

Entonces tendrá que empezar a buscar empleos lo más antes posible.
 
Ahora, si puede llevar más dinero, pues mejor. Así puede pensar en hacer otras cosas.
Y si tiene menos gastará menos en el auto, lo que le llevará a comprar uno que le será más costoso a la larga o simplemente tendrá que botarlo para no invertir más en él. Por supuesto existe también el factor suerte que le puede asistir con la compra de un auto bueno a un precio bajo.
 
Lo que quiere lograr
 
Usted debe tener claro qué es lo que quiere lograr en este país desde que llega: ahorrar dinero para volver, comprar una casa, hacer una carrera profesional laboral, estudiar, impulsar la educación de sus hijos, etc. Porque, ahora que estamos en el año 2012 y el país está en crisis, no hay tiempo para distraerse en pensar en varias cosas a la vez. Tirar la toalla y venir a dejarse llevar por la corriente no es una opción pues eso terminaría deprimiéndole.
 
Aun cuando exista la posibilidad de que sus metas no se logren al 100% pues son otras épocas, recuerde que siempre podrá avanzar y lograr poco a poco sus objetivos y eso es lo que mantendrá su ímpetu por continuar avanzando.
 
Lo que está dispuesto a hacer
 
En este país se mira con igual respeto a un contador ejecutivo de una importante firma petrolera que al recogedor de basura por las mañanas. Y probablemente los dos podrían vivir frente a frente. Ahora, dada la situación del país y el alto desempleo, es probable que usted termine agradeciendo encontrar un primer empleo como lavaplatos en un restaurante. ¿Es esto malo? Por supuesto que no. Lo que usted tiene que tener claro es que mientras más dispuesto esté a hacer un trabajo, más posibilidades tendrá de ganar dinero y sumar ingresos para mejor. Es recomendable estar bien de salud pues encontrará personas de hasta 60 años dispuestos a hacer el mismo trabajo pesado que usted, y probablemente mejor.
 
Todo empleo es digno, el tiempo es dinero, usted debe tener claro que siempre estará sumando y restando en este país y debe buscar opciones que le generen ingresos mayores a sus gastos sin dejar de perder sus sueños.
 
Por último, eso mismo, no pierda sus sueños. Tendrá tiempo libre. Utilícelo en su beneficio y tenga paciencia en el avance de sus metas. Recuerde que hay logros que pueden tomar varios años de esfuerzo como otros de menor proporción.
 
Un saludo cariñoso.
 
Arturo Visso
Autor del libro: Ahora Inmigrante - La Llegada
De venta en Ámazon, Google Books, Barnes and Noble, Lulú, entre otras páginas
 
 
 
 
 
 
 



 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Migracion a Usa - Inmigrante Nuevo

Si has pensado en viajar a los Estados Unidos y quieres saber cómo podría ser al principio, no dejes de leer Ahora Inmigrante - La Llegada. Aquí un adelanto. Espero que sea de tu agrado:


Pasaron once largos años. Lo que creíamos iba a ser un trámite de máximo cuatro lustros, se había convertido en una larga y tediosa espera. En el año dos mil, mi suegro había solicitado la residencia a los Estados Unidos para su hija, mi esposa. Esta solicitud se extendía por derecho a nuestra hija y a mí. Luego, en el año dos mil once, nos disponíamos a viajar para vivir en este país.

            Recuerdo claramente que iniciamos los trámites de residencia gastando un promedio de seiscientos dólares. Este dinero se utilizó solo para obtener los documentos de nuestras identidades. Pero no garantizaba nada. Una vez obtenidos los papeles, tenían que ser traducidos, legalizados y firmados por diferentes personas en diferentes lugares para que, finalmente, fueran enviados al país de las oportunidades, forma cliché que habíamos escuchado muchas veces en el Perú para referirse a los Estados Unidos.

Fuera o no fuera cierto que ese país significara algo mejor para nosotros, la residencia era un derecho pendiente de reclamar por parte de mi esposa a su padre. Por eso creíamos que valía la pena hacer el esfuerzo. Yo no sabía que, en un futuro, ese viaje cambiaría tanto mi vida.

            Aunque no existía un lapso de tiempo exacto de cuánto debía demorar el proceso del trámite para que obtuviéramos la visa y pudiésemos viajar, el cálculo pronosticado a mi suegro por unos asesores miembros de una iglesia era de aproximadamente tres a cuatro años. Aunque al principio nos pareció mucha espera e incertidumbre, concluimos que no teníamos otra opción que esperar. Tuvimos que hacer los pagos sin garantía alguna del tiempo exacto de demora. Solo sabíamos que, mientras más pronto hiciéramos nuestra parte, más pronto obtendríamos la oportunidad de residir en los Estados Unidos. Nos había quedado claro que al principio importaba poco el tiempo. Tres o cuatro años pasarían quisiéramos o no, y era mejor que pasaran a nuestro favor que en nuestra contra. 

            Mi esposa quería vivir en el país donde vivían la totalidad de sus familiares por parte de su padre. Ella no había solicitado antes la residencia. Nunca me quedaron claros los motivos. A mi juicio fue un mal entendido entre sus padres lo que llevó a dilatar un proceso que algún día debía darse. Con el tiempo y la confianza ella pudo hablar del asunto con su padre y ahora ese trámite empezaba.

            Una vez realizado, empezaron a pasar los años. Uno, dos, tres y cuatro largos años para nosotros. Nuestra hija tenía casi la misma edad que el proceso de la solicitud de visa de inmigrante. Cuando se inició el trámite, Bianca acababa de nacer hacía ocho meses, por lo que no era difícil para nosotros estar pendientes del tiempo transcurrido. Solo teníamos que restarle los ocho meses de la edad de ella. A los cuatro años cumplidos del tiempo estimado por los asesores, vivíamos en un departamento alquilado en un distrito popular de Lima, en Perú.

Recuerdo que me estaba bañando cuando sonó el teléfono y mi esposa me dijo que  acababa de recibir una llamada para comunicarle que una carta a su nombre había llegado a la casa de su abuela. Ese era el lugar que habíamos consignado como el de nuestra residencia para recibir la correspondencia del trámite desde un inicio. Nos alegramos mucho. Era supuestamente la carta que tanto habíamos estado esperando.

            Me puse a cantar en la ducha. Me enjuagué rápido y en una hora tocábamos la puerta de la casa de la abuela. Nos abrió la tía de mi esposa. Entramos a la sala y nos señalaron un escritorio en donde estaba la carta sellada. La abrimos. Era una sola hoja. Todo el texto estaba en inglés y, al traducirlo, nos dimos cuenta que lo que quería decir era simplemente que teníamos que esperar más tiempo. Decía textualmente que podían ser varios años más. Eran claros además en indicar que no nos emocionáramos ni vendiéramos nuestras cosas. Esto fue muy desalentador para nosotros y para mi suegro también. No había antecedente de que los trámites se retrasaran tanto. Pensamos que tenía que ver con las nuevas políticas del gobierno de los Estados Unidos tomadas a partir del once de septiembre del dos mil uno, día que fueron atacados violentamente y le declararon la guerra al terrorismo. Pero no estábamos seguros. De ahí en adelante teníamos un número de caso asignado y nuestra fecha de cita podía ser en cualquier momento. Pensamos entonces que la fecha estaba cercana y nos mantuvimos atentos a partir de aquel día para recibir nuevas noticias.

            Después de recibir esa carta pasarían seis años más antes de que el departamento de migraciones se comunicara con nosotros.

            No viene al caso hablar de lo que hicimos en ese tiempo ahora. Lo cierto es que, inevitablemente, los años transcurrieron. Por fin, en el año dos mil nueve recibimos otra carta que nos informaba que ahora si podríamos completar el proceso. Y entonces reiniciamos el trámite. Esto ocasionó mayores gastos no solo para nosotros. Mi suegro ya vivía en el Perú y tuvo que volver a los Estados Unidos y establecerse nuevamente ahí para que podamos continuar con nuestra aplicación. Paralelamente, iniciamos correspondencia documentaria entre Perú y los centros migratorios del país del norte. Lo que se convirtió en un papeleo casi interminable que duró dos años más.

            Como el último tramo del trámite tuvo observaciones, ya no era necesario que fuéramos nuevamente a una entrevista en la embajada. Solo enviábamos los pasaportes por correo a la espera de que –al no encontrar inconvenientes– fueran sellados por el departamento de administración americana con nuestra visa de inmigrantes. Pero, para nuestra mala suerte, nos fueron devueltos varias veces sin ese sello.

            Finalmente un día se acabaron las observaciones y recibimos nuestros pasaportes con las visas estampadas en cada uno y un sobre grueso lleno de hojas con instrucciones.

            Y, por fin, un día de agosto del año dos mil once nos encontrábamos haciendo maletas.

            Los pasajes comprados indicaban que debíamos estar al día siguiente en el aeropuerto internacional Jorge Chávez de Lima–Perú. A diferencia de otro viaje en avión que habíamos hecho al interior del país, los vuelos internacionales requerían estar tres horas antes de partir. La última noche en Lima la pasamos en el cuarto del hotel de un amigo nuestro. Nos dejó gratis el arriendo como último regalo de buena vibra hacia un bienestar que, esperábamos, llegase pronto.

            Aunque creíamos que estábamos preparados para hacer cualquier cosa, pues vivíamos en un país en el que se supone uno se esfuerza mucho para sobrevivir, la verdad es que no estábamos listos realmente. No sabíamos que lo que nos habíamos esforzado hasta el momento era poco comparado con lo que nos esperaba.

Ahora pienso que, si hubiese sabido a ciencia cierta lo que me esperaba los siguientes meses, quizás no habría querido hacer el viaje. Probablemente el miedo hubiese podido más que mi valentía. Lo cierto es que, una vez en este país, con el reto frente a nuestros ojos, tuvimos que sacar fuerzas mentales y fuerzas físicas de cualquier parte. Era eso o perjudicarnos.

Debo decir que tuve que creer mucho más en un mañana mejor para mi familia. Tuve que ver correr sangre por mis manos cortadas mientras sangraba también mi corazón. Lo que viví atacó mi ego hasta casi eliminarlo. Sin embargo, después de vivida esta experiencia, sé que para quien pudiera pasar la prueba airoso, bien vale la pena la aventura, pues hace sentir que uno es capaz de hacer cualquier cosa, porque es justamente eso lo que uno hace. Y no se trata de escalar una montaña un día o dos, o una semana. Se trata de vivir por varios meses o años –para muchos– en un estado de esfuerzo constante con la amenaza a espaldas de quedarse sin lugar donde vivir en todo momento.

Y salir airoso de esa batalla es un honor que comparto con todo aquel que vive en situaciones similares o que desea saber cómo podría ser, quizás, lo que le toque vivir al principio si decide residir en este país que, es cierto, da oportunidades para quien las busque, pero no gratis. Hay siempre un precio que pagar.

            Ahora, después de estar en los Estados Unidos por algún tiempo y de haber terminado ya este libro, admito que mi cuerpo y mi mente han pasado por una conversión. Soy el mismo ser humano pero con más experiencia. El trabajo duro me ha enseñado a crecer. Veo muy necesario dar lo máximo de mí la mayor parte del tiempo. Me he convertido en un individuo de alguna parte en una tierra de individuos de muchas otras partes. Me he convertido en un inmigrante. Es lo que ahora soy.

            Las siguientes páginas relatan algunos de los hechos que he vivido junto con mi familia desde que llegamos a los Estados Unidos provenientes de nuestro remoto Perú. A pesar de haber venido en situación legal, he trabajado y sufrido lo mismo que cualquiera independientemente del estatus migratorio. No hay diferencia cuando se trata de sobrevivir y tomar el primer, segundo, tercer, y hasta cuarto trabajo que aparezca. Por eso es que este libro no pretende sugerir nada con referencia al tema migratorio. Respeto las situaciones de los inmigrantes que como seres humanos nos esforzamos por nuestro bien y el de nuestra familia con dignidad. Por eso, con estas páginas hago una reverencia al esfuerzo que realizamos todos los inmigrantes y que es muchas veces sobrehumano. Esfuerzo que nos mantiene en la lucha por ser mejores personas para nosotros y para nuestras familias.

            Esfuerzo que la vida siempre se encargará de recompensar.

            Los siguientes capítulos fueron escritos en gran parte cuando vinieron a mí los sentimientos. Así, en la mayoría de los casos, escribí con relación a experiencias sucedidas el mismo día. Es por eso que no he modificado la forma en que fueron escritos, solo he corregido lo necesario a fin de que se entienda mejor lo que quise decir el día que escribí cada capítulo. Por ese motivo este libro representa diferentes estados de ánimo que van cambiando en función a lo que cada vivencia me hizo sentir.  Representa también lo que soy.

            A fin de mantener discreción con respecto a mis diferentes experiencias, he cambiado los nombres de personas y lugares, por lo que no se deben asociar si quiera a aquellos que pudieran parecerse...
Muchas gracias por leer hasta aquí. Si te ha interesado puedes comprar el libro en los enlaces de esta página o buscarlo directamente en Ámazon, Google Books, Barnes and Noble, Lulú, entre otras.

Un abrazo,

Arturo Visso.