martes, 10 de diciembre de 2013

Un día en la vida

Hoy, cansado por el trabajo de ayer, del que ya hablé en otro post, aunque aquella vez me refería a otro día, pero en el trabajo todos los días pueden ser similares.
 
Mi hija se prepara para recibir la noticia de que pueda participar nuevamente en un reality de canto que se transmitirá el próximo año por television. Mientras tanto, su mama y yo sacamos cuentas a ver si el dinero alcanza, ya que alguno de nosotros deberá viajar con ella de ser el caso.
 
Seguimos estudiando inglés, estamos usando el método pimsleur que son solo discos de audio y se puede aprender mucho de ahí. También estamos empezando a ver series de television en ingles con subtítulos, ya no nos duele la cabeza al intentar entenderlas como antes, pues algo se puede entender ahora, claro, depende del guionista porque a veces usan palabras muy rebuscadas en oraciones seguidas y ahí nos complicamos un poquito. Será cuestión de seguir avanzando en eso.
 
Bueno amigos, un abrazo a la distancia, que estén muy bien. Les dejo un video de Andrea. https://www.youtube.com/watch?v=Yk8sxURtw5g

En la lucha

Aquí estamos, dos años y cuatro meses después, en la lucha. La figura de papá noel, que cuelga fuera en la puerta, gira con el viento y la hace sonar como si una delicada dama la tocara con las uñas recien pintadas. Es agradable sentir que tocan a la puerta, que hay alguien afuera que quiere verte. En mi cel suenan canciones diversas, cosas que grabé con la guitarra esperando que mi hija quiera grabar el día que sea cantante profesional como ella dice, suenan también canciones que grabamos al principio del año, cuando decidió tomarse esto de ser cantante en serio, con solo doce añitos. A veces me siento mal de verla tan responsable...parecerá tonto, pero es verdad. La quiero mucho y estoy aprendiendo también a tratarla como ella a mí cada vez que pasamos de una edad a otra. A las 7:30 de la noche estaré conversando con las ratas del basurero del restaurante, chillan porque no soportan que uno las moleste en su recinto más de media hora. Esa parte del trabajo nocturno, la de botar basura en los contenedores durante la noche, me está enseñando a medir las proporciones de mi ego, a mirar todo de una forma más como si fuéramos aves que vuelan libres y expuestas a todo: el cielo azul y perfecto y las tormentas inadvertidas. El corazón abierto aprecia a ambos. Una tostada sobre el plato de mi mesa se enfria debajo del cuchillo con manteguilla apoyado de lado sobre el plato que la soporta mientras yo sigo escribiendo y empieza otra canción. Mi esposa me pregunta desde arriba si vamos a ir a comprar, le respondo que si porque le gustan las respuestas rápidas, aunque a mí me gusta hablar más, ya se habrán dado cuenta. Llaman a la puerta.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Andrea y su página de Youtube

Andrea siempre ha cantado. Desde que empezó a hablar no he dejado de escuchar su melódica y única voz. Aunque no fuera su padre admiraría su timbre, o quizás es que lo admire por que compagina muy bien con mi oído al ser mi hija, no lo sé. Lo cierto es que, a medida que más personas la escuchan, más me convenzo de que no soy solo yo, y por eso es que le he dedicado tiempo a diseñar y grabar junto con ella varios covers este año en donde se aprecia se avance musical. Ella no dejará de darnos sorpresas, así que suscríbanse a su canal yo estaré publicando el avance de lo que me atrevo a llamar ahora su Carrera. Porque Andrea canta y cantará toda la vida, de eso ya no tengo duda. Mírenla aquí: https://www.youtube.com/channel/UCm_YUSsvQGdXnbu--kW0nSA
Andrea Visso Channel


viernes, 1 de noviembre de 2013

Viajeros

Estoy acostado en la cama, mi esposa duerme a mi lado mientras yo la admiro por su estupenda capacidad de quedarse dormida fácilmente en tan solo un minuto. Son las 2 de la mañana y acabo de llegar del trabajo en el restaurante. La ducha que acabo de tomar es lo mejor que me ha pasado en el día junto con la tranquilidad que me dá al estar en casa con mi familia sabiendo que están bien. No muy lejo...s de aquí se oye el ruido del motor de un avión aterrizando en el aeropuerto internacional de miami, un extraño sentimiento viene a mí al saber que en ese aparato viene gente con similares expectativas a las nuestras hace dos años. Me gustaría más sentirme realizado y poder decir con orgullo que he cumplido mis sueños, pero no es el caso, no todavía, no totalmente. La verdadera sensación que me dá al escuchar a los aviones llegar es la curiosidad de conocer si aquellas personas que vienen dispuestas a quedarse saben bien lo que quieren, espero de corazón que así sea, que no tengan que pasar por sufrimientos, que aprendan lo que tengan que aprender y mantengan transparentes sus almas y que les vaya bien, muy bien. Hoy les regalo mi esfuerzo a ellos, para que se les haga más fácil, mucho más que a mí.

jueves, 26 de septiembre de 2013

En el trabajo


No sonó el despertador y ya son las 8:32. Es tarde. Hoy entraba al trabajo a las 8 y media. Empiezo a correr: salto de la cama, me pongo uno de los pantalones negros de siempre, siempre sucio y vuelto a lavar, y escojo entre todos los polos blancos colgados en el closet el más blanco, siempre sucios y vueltos a lavar. Ya me afeité y me bañé más temprano antes de llevar a mi hija a su colegio, solo me lavo la cara y mojo mi cabello para pasarme el peine rápidamente. Mi esposa se ha llevado el carro esta vez y me toca irme a trabajar en bicicleta, mi fiel, aunque algo celosa compañera estos últimos años. Salgo del cuarto listo para irme. Sobre la mesa hay una taza de café frio, que estuvo caliente antes, cuando Sandra lo preparó más temprano para mí, lo tomó de un solo golpe. Voy a sacar la bicicleta y la celosa ha decidido que esta vez las llantas no tienen suficiente aire. No importa, ya la conozco y he comprado un inflador de mano por si las moscas. Le doy diez toques de aire a cada llanta y, ella y yo, salimos juntos de la casa rumbo al restaurante. Salgo del condominio, dobló en la primera esquina y sigo de frente hasta el primer semáforo en donde debo de esperar que la luz me dé verde. La luz cambia y empiezo rápido a pedalear. De mis patillas empiezan a salir gotas de sudor, pero pronto entraré al restaurante y sé que el aire acondicionado me refrescará, siquiera por un breve minuto antes de que empiece a trabajar. He llegado, estaciono la bicicleta en la parte de atrás, no huele bien, es a la altura de la alcantarilla, pero es un lugar discreto y seguro porque hay unas barras de metal en donde puedo encadenarla.

Toco el timbre y alguien sale a abrirme la puerta. Entro y paso por el patio de basura que no tiene techo y no se ve desde afuera. Paso por la segunda puerta y entro por atrás a la zona de preparados antes de la cocina. Camino unos pasos y llego hasta la oficina del manager que está del lado derecho, es un cuarto pequeño con una mesa y una computadora. Pido disculpas y pido permiso para ingresar mi código. Amman, que así se llama el manager, me da su tarjeta para que yo mismo lo haga desde otro computador ubicado a la altura del salón. No se cómo se hace eso pero voy a intentarlo. Ingreso mi código, el sistema me dice que ya es tarde, paso la tarjeta y no pasa nada. Intento varias veces y no entiendo cómo hacerlo bien. Pido ayuda y un joven me da la mano. Son las 8:45. Ahora empieza mi trabajo.

Solo una vez a la semana entro tan temprano, pero es suficiente, con dos veces quizás renunciaría. Es hora de limpiar los baños. Me pongo el delantal y la malla para la cabeza. Tomo el carro limpiador y lo lleno de detergente, tomo también varios trapos y me dirijo hacia la entrada del restaurante en donde están los baños. Después de una hora y media he terminado con siete inodoros, cuatro lavamanos, tres urinarios y dos pisos grandes trapeados. Ahora toca botar la basura que se quedó ayer y que está dentro de sus tachos tapada con bolsas para evitar el mal olor. Son trece tachos grandes. Abren la puerta que da al patio de basura y empiezo a sacar las bolsas llenas de sus tachos, son muy pesadas y algunas se rompen dejando escapar los jugos mal olientes macerados desde el día anterior. Algunos salpican a mi cara y brazos al cargar y botar las bolsas dentro de los contenedores de afuera. Cuando he terminado han pasado dos horas y media de mi trabajo. He ganado 22 dólares hasta el momento pero eso no paga las facturas. Hay que continuar.

El restaurante está a punto de abrir y es hora de pasar a la máquina lavaplatos, voy a estar solo trabajando ahí las siguientes 4 horas. Lo que tengo que hacer es meter todos los utensilios, paltos, sartenes, cubiertos, bandejas y demás cosas adentro, no sin antes rociarlas manualmente con agua para quitar el exceso de desperdicios. Luego, cuando la máquina arroje todo del otro lado, debo ordenarlos y llevar cada cosa a su sitio. Los platos se cargan de 15 piezas juntas para no malograrse la columna dice el manual, pero no hay tiempo, de 30 en 30 es mejor. Hay platos grandes, hondos, medianos, de sopa, de pan, cuadrados…todos de cerámica. Muy pesados. De pronto la mesa de metal en donde los meseros dejan platos y cubiertos está muy llena de cosas por lavar. Debo correr si no quiero que los platos se amontonen demasiado y empiecen a caerse de ahí…

No quiero escribir más.

Hace unas semanas me llamaron de un banco de inversión en Miami. Me dijeron que mi currículo encajaba para lo que ellos buscaban. Me sugirieron perfeccionar un poco más mi inglés. En eso estoy, a veces hay tiempo, a veces no.

Ya he cumplido dos años trabajando en restaurantes.

martes, 24 de septiembre de 2013

Yo te esperaba - Cover por Andrea Visso

Los invito a mirar este video que fue hecho muy rápido. Quizás por eso, por haber estado presionados con el tiempo, fue que algo captó aquel momento mágico en la grabación del audio y por eso también sea que este video tenga más visitas que otros de la misma página. Con ustedes el cover más visto de la página de mi hija Andrea Visso Nasi. Yo te esperaba.
http://www.youtube.com/watch?v=Yk8sxURtw5g

En el lugar del otro

Cómo ponerme en el lugar del otro? Siempre será imposible. Porque al intentarlo, el universo, que no se detiene nunca, me ofrecerá un paisaje distinto al que él veía en su propio momento. Porque el mar no me ofrecerá las mismas olas, ni el cielo sus mismas nubes, y el sol ya habrá ocultado su resplandor entre las rocas.
Cómo acercarme siquiera entonces? Quizás conectándome con el momento que a mí se me ofrece; disfrutándolo, sintiéndolo mío; como lo hizo suyo él. Y, quizás otro día, cuando lo vuelva a ver feliz y realizado, con la mirada extasiada en el sol que oculta su resplandor entre aquellas rocas, pero con otro mar y con otro cielo; yo pueda, siquiera, disfrutar con él, en él.